Puede que “Un corazón en invierno” sea uno de esos relatos en los que el protagonista propuesto no lo sea en realidad, sino que se trate tan solo de un personaje que cumple una función con respecto al que terminará revelándose, solo al final del relato, como su verdadero protagonista y razón de ser. No en vano, el ojo cinéfilo acostumbrado a los tópicos cinematográficos tenderá a atribuirle a Camille (Emmanuelle Béart) una función disruptora de efectos inmediatos sobre el eje Maxime–Stéphane (interpretado por André Dussollier y Daniel Auteuil), como si tan solo se tratara de un personaje periférico que captara todas las miradas debido, fundamentalmente, a su belleza y a la atracción que ambos sienten por ella. Sin embargo, trocando entre sí las posiciones que ocupan Camille y Stéphane, la película adquiere una nueva y posible lectura que nos descubre el hecho de que el personaje de Camille es más importante de lo que parece a priori. ¿Y si Camille fuera la verdadera razón por la que se cuenta esta historia? ¿Y si el tándem Maxime–Stéphane fuera, en contra de lo que parece, el contexto en el que se nos relata la historia central de Camille? De hecho, no son escasas las ocasiones en las que la dirección de Claude Sautet es incapaz de evitar transparentar su pasión por ella, empezando por el mismísimo cartel de la película…
…y hasta el punto de que termina convirtiéndose en el personaje más cautivador de todo el film:
Por cierto, ¿se han dado cuenta de cómo se parecen físicamente Michel Serrault (el actor que da vida al Sr. Arnaud) y el propio Claude Sautet?
Cuando un director rueda una y otra vez la misma escena en distintas películas, aunque sea con actores distintos, una luz diferente, un encuadre ligeramente modificado, etc., es que algo en dicha escena le concierne personalmente, le motiva de forma irresistible y probablemente no pueda explicarse por la etiología de los personajes, sino más bien por la suya propia. Imposible no pensar en ello cuando advertimos una imagen como ésta, en dos películas rodadas consecutivamente, en las que Sautet, además, contó repetidamente con la misma actriz, tumbada de igual forma, también en una cama, con el mismo gesto, también observada, también por un hombre y con un gesto similar. Parece claro Claude Sautet tiene un lugar tanto en el cartel de “Nelly y el Señor Arnaud” como en la escena de “Un corazón en invierno”.
Se llame Dussollier, Maxime, Monsieur Arnaud… o de cualquier otra forma, ese hombre maduro que mira a ese objeto brillante, frágil y hermoso, no es otra cosa que el significante con el que Sautet hace representar a su propio deseo dentro del relato.
Visto así, nos preguntamos si hablar de “los lugares comunes” de Claude Sautet… sería algo excesivo.
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Antonio
Muy acertado. He visto la película dos veces, y creo haber visto dos películas. AL leer su texto me ha parecido ver una tercera. Ahora pienso que hay varias, y alguna oculta. Gracias.